sábado, 4 de septiembre de 2010

Fotocopia

Cuando a Vicente ya le dolían las dos piernas, escuchó la voz del hombre apostado del otro lado de la ventanilla. La pregunta lo sorprendió y apesadumbrado contestó que no, que no tenía una fotocopia, que cuando él preguntó no le habían dicho nada al respecto, que entonces dónde se podía sacar una. Y luego, que por favor lo esperara, que volvería pronto, que hágame la gauchada de no cerrar, que la cola había sido larga, muy larga, ¿sabe?.
Vicente salió del edificio y dobló hacia la derecha, así le habían indicado, saliendo a la derecha, ahí nomás. Sí, tal como le había dicho el hombre, allí estaban ubicados los dos locales tan iguales que anunciaban el mismo servicio. Eligió uno y entró. No había clientes a la vista, tan sólo los dos empleados detrás del mostrador. Los miró y llegó rapidamente a la conclusión: sin dudas acá trabajan bien. Los empleados no se movieron durante un buen rato, parecían estudiarlo, medirlo, pesarlo.
- Por favor, quédese quieto un momento. Sí, así está bien - dijo finalmente uno.
Hubo una luz entonces, y un ruido.
- Listo, ya pueden irse -dijo el otro, observándolos con satisfacción.

3 comentarios:

  1. igualar muchas de las veces es aplanar, dejar sin relieve para ocultar todo lo que hay de simas y recodos en el ser humano; pertenecer a menudo se confunde con despersonalizar...

    qué alegría Mario poder leerte por acá ;)

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  2. Guauuu Mario, que final!!! rompe todos los esquemas. Excelente, me encantó.
    Un beso grande y lindo fin de semana purrete jajaj.

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  3. Mario, me gustó mucho. Como siempre lo tuyo es muy bueno. Esa luz es la propias luz que emanás cuando escribís. Gracias.Un abrazo.

    Sonia Figueras

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