martes, 26 de julio de 2011

Nota de Germán Cáceres

Estamos ante una novela ajena al realismo y absolutamente libre en su concepción, de modo que cada lector puede interpretarla de acuerdo a su perspectiva y tener también su propia valoración.


La anécdota es leve y sobre todo escurridiza. Un narrador-protagonista cuenta que los habitantes de La Ciudad, ante la presencia de un humo que la cubrió por completo, debieron huir mientras él permanecía durmiendo en su pieza. Pero al retirarse la humareda, los ciudadanos regresan y entonces el personaje comienza a recorrer esa Ciudad maloliente -el hedor no deja de evocar la muerte-, sucia y en ruinas. Y se encuentra, así, con un mundo carente de sentido y, en estado de somnolencia, arriba a una estación de tren repleta de cadáveres, en la que encuentra a un perro flaco que le hace compañía hasta el final de la historia. Más tarde se produce una inundación causada y ambos navegan en un barquito del que no se dan precisiones. Porteros y policías sortean las aguas tomados de escobas, flotan computadoras con los usuarios pegados a los teclados, vehículos de todo tipo son arrastrados por la corriente y numerosas personas trepan por las pocas paredes que quedan en pie. Después de acceder a una autopista principal, en la que ocurren accidentes fatales y choques en cadena, desembocan en una zona de incendios provocados por una fábrica que fue quemada por los vecinos. El humo parece regresar, la gente empieza a abandonar La Ciudad y el perro también se aleja del narrador. Éste, en una suerte de leitmotiv humorístico, a lo largo del libro se siente acuciado por un abrumador deseo sexual que no encuentra forma de satisfacer y, a la vez que imagina mujeres despampanantes, recuerda los momentos gloriosos vividos en un prostíbulo situado en un callejón sin salida de La Ciudad.


Pero el auténtico protagonista de La Ciudad después del humo es el lenguaje. Mario Capasso (Villa Martelli, 1953), que, además de esta novela, tiene tres libros publicados, demuestra capacidad para enhebrar con ritmo y soltura períodos largos. En su prosa amplificada de frases caudalosas -resueltas con acrobática soltura- testimonia un amor incuestionable por la belleza del idioma y juega con las palabras, a las que suele darles un giro burlón e irónico recurriendo al lunfardo, a las locuciones populares y a oraciones que repiten títulos de películas, de canciones y de libros.


En cierta forma el texto se inscribe en la literatura del Absurdo al registrar un universo disparatado, tan inasible como fantasmagórico, con algo del espíritu de las misceláneas de Macedonio Fernández o de “los raros” uruguayos (Felisberto Hernández y Mario Levrero, entre otros). No obstante su permanente humor, la narración evidencia bastante pesimismo y transmite una sensación de angustia y de fuerte melancolía: “Costó, pero aquí estoy, sometiendo mis experiencias recién hoy a este tanteo de escritura que (...) irá a parar a la cavidad más atravesada de una biblioteca descartable y allí permanecerá hasta que se pudra el universo (...) porque todo un día será pasado y olvidado y borrado”. Para apuntalar este pensamiento una serie de monólogos interiores se encargan de reflexionar profundamente sobre la existencia.


La Ciudad después del humo es una novela que debe leerse con suma atención para indagar en sus múltiples sentidos y poder disfrutar tanto de los vericuetos de su magnífica escritura como de sus agudas introspecciones. El mismo autor tal vez da una pista kafkiana cuando sugiere: ”Como el caso de aquel agrimensor yendo a perpetuidad hacia el castillo, según había leído una noche de invierno en un sillón prestado, cuando ni soñaba con el humo y su proceso”.

Germán Cáceres es autor de cinco ensayos, tres libros de cuentos, dos novelas, tres libros de literatura infantil y juvenil, cinco obras de teatro y dos compilaciones de cuentos.
Recibió Mención de Honor Premio Municipal en Cuento. Obtuvo cuatro "Fajas de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores". Mereció Mención de Honor en el Concurso Internacional de Ficción sobre Gardel (Montevideo). La Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires le otorgó el 1er. Premio Especial “Eduardo Mallea” por su ensayo La aventura en América. En octubre de 2002 fue premiado en el concurso de cuentos "Atanas Mandadjiev", celebrado en Sofía, Bulgaria. En 2005 ganó el primer y segundo premios en el “Concurso internacional de novela juvenil” organizado por la editorial HMR Systems.
En octubre de 2005 se estrenó su obra de teatro Knock out, fuera de combate, y en abril de 2007, Agua, piedras y escobazos.


Su participación en la web:

Presentación de La Ciudad después del humo - I -



Apertura de la presentación de la novela La Ciudad después del humo de Mario Capasso por el locutor Numa Viard.
Se refiere a los objetivos editoriales Luis García, editor responsable de Martelli y Lopez editores.
Lee un párrafo de la obra: Numa Viard.
Salón Cortazar de la Biblioteca Nacional el 21-07-2011

Presentación de La Ciudad después del humo - II -



Presentación de la novela La Ciudad después del humo de Mario Capasso en la Biblioteca Nacional el 21-07-2011. Se refiere a la Obra el periodista Ezequiel Acuña

Presentación de La Ciudad después del humo - III -



Numa Viard lee un párrafo de La Ciudad después del humo de Mario Capasso. Federico Jeanmaire se refiere a la obra durante su presentación el 21 de Julio de 2011 en la sala R.A. Cortázar de la Biblioteca Nacional

domingo, 24 de julio de 2011

Presentación de "La Ciudad después del humo" - IV -



Numa Viard lee un fragmento de La Ciudad después del humo. Mario Capasso agradece a los presentes cerrando así la presentación de su novela el 21 de Julio de 2011 en la Biblioteca Nacional