sábado, 9 de octubre de 2010

Barrios

De un tiempo a esta parte, muchas personas se han ido a vivir a unos barrios transformados en fortalezas o gallineros, según. Sucede que, para ingresar en el que les corresponde, los habitantes deben identificarse hasta por los poros y contar con al menos tres testigos. No vale el testimonio de la familia o de los guardianes, eso desde ya. Así que volver a su casa, para esta clase de personas, ha dejado de ser una rutina y se ha convertido, cuando se concreta, en una gran alegría, como cuando uno regresa del exilio, por ejemplo, o de pasar una temporada en una playa con mal tiempo o en una prisión de máxima seguridad, más o menos como ésa a la que quieren ingresar sus propios dueños, una celda dentro de todo bastante cómoda, llena de artefactos muy modernos, con la única contra de estar ubicada dentro del barrio.